Escribo esta rápida entrada conectado por medio de un portátil y conexión satelital, en frente de la bahía caribenha de Boquerón, en Cabo Rojo, y de una paz absoluta. Son los lujos que nos concede Judith Amador, la mejor guía del mundo (quien quiera disfrutar de Puerto Rico, que la busque), además de los zumitos jugosos, las historias y leyendas, la guagua, y los muchos amigos que por medio de ella vamos conociendo...
Es difícil reconstruir lo sucedido desde la apoteosis de Río Piedras. Llevamos cinco días en la isla y han sucedido tantas cosas, y todas tan intensas y emocionantes, que parece que llevamos anhos. El viernes apenas despertados, algunos cumplimos el gozoso ritual de ir a la playa un rato, a correr un poquito, tumbarse al sol y banharnos. La playa de Isla Verde, a tres minutos a pie del hotelito. Luego nos invitaron a comer en la Escuela de Artes Culinarias de la Universidad del Este, en Carolina: Qué bien lo hicieron los chavales, qué manjares, qué postres...!! Todo delicioso: les dimos unánime matrícula de honor. Luego fuimos a grabar televisión. Fue durillo. La televisión es una pesadez, y además hacía un frío en el set de mucho cuidado (los aires acondicionados aquí son terribles, te destrozan la garganta). Pero salimos con bien y también nos divertimos. Luego moderado tapón (atasco: ves, Vanessa, que voy siguiendo tu consejo) de regreso, y directitos a la bohemia en el colegio de abogados, una actuación de lo más gamberra, con un equipillo más bien infame, pero con una entrega en el público y un cachondeíllo general sabrosísimo. Nuevo éxito completo, y de nuevo mil conversaciones aderezadas de elogios y parabienes. Por cierto, mención especial merecen las presentaciones que nos dedica Consuelo (en Río Piedras y en el Colegio): qué divertidas, ingeniosas y carinhosas... Si hasta les habla al público de Xurxo y Rosalía..., y, claro, nos los deja como una seda. También mención especial para los cubatas del Colegio de Abogados, los mejores que he tomado hasta ahora. Como dice Judith, estos abogados son unos bohemios del carajo.
El sábado, día libre. Nos cogió Judith por banda y nos entregó a Puerto Rico en bandeja, entre frutas de colores. En cuanto sales de La Losa, la zona metropolitana, te trasladas en el tiempo... Recorrimos la zona más negra, al este de la Losa. Paramos primero en Pinhones, en el chiringuito El Boricua, donde lo probamos todo, en frente de una playa maravillosa, con el mar bien bravío y la Sonora Poncenha sonando a todo trapo por los altavoces. Salieron a recibirnos algunas personas, la madre de Juanpi y otros, y María nos hizo conocer a sus nietos, y entre ellos a Luis Amauri, que nos enamoró desde el primer momento: Sabéis lo que es un ninho de cinco anhos que recita de memoria enormes poemas de Luis Llorens Torres, Pales Matos, Matos Paoli, etc., al tiempo que hace pasos de bomba y toca percusiones con las palmas... Impresionante. Y además un ninho riquinho como pocos, encantador, simpatiquísimo.
Paramos luego en una calita particular, donde compartimos el mar con los pelícanos que se zambullían desde lo alto a nuestra vera.
Y llegó el momento, el más esperado. Llegamos al Río Grande de Loíza, al puente Julia de Burgos (hasta hace poco había un ancón donde la familia de Juanpi pasaba los coche en una plataforma de madera movida a cuerdas), y allí cantamos la canción a coro y échamos unas flores en homenaje a Julia. Fue muy emocionante. se me saltaron las lágrimas. Y qué lugar hermoso, por dios!!.
Entramos en Loíza, el lugar de la negritud boricua por excelencia. Nos recibieron con dulce de coco, y pasteles, fresas envueltas en chocolate, y otras delicias, y nos ensenharon cómo eran los ritmos de bomba y plena, y fuimos a la desembocadura del Río Grande, y allí hicimos una nueva ofrenda floral por nuestra Julia.
Y después de comprar unas frutitas tropicales, nos subimos al bosque pluvial del Yunque, donde pasamos la tarde banhándonos en unas cascadas frescas entre vegetación tropical y las explicaciones doctas de Judith. Qué gozada!!!
A la vuelta, gran tapón en Pinhones, pues la gente por la calle comía, bebía y bailaba entre los chiringuitos. Un ambiente muy parecido al de Livingston en Guatemala, con los garífunas.
Así que no nos dio tiempo a pasar por el hotel y directamente nos fuimos al otro extremo del área metropolitana, en Guaynabo, a una bohemia a la que nos había invitado Awilda Paláu, pues en ella cantaba una senhora muy mayor, de casi 90 anhos, que había sido companhera de Silvia Rexach. Qué mujer, qué transformación telúrica al subir a la tarima!!! Cómo vi disfrutar a Alfaya!!! Y qué canciones maravillosas las de Silvia Rexach!!! Noemi terminó bailando con un maraquero marchoso. A Chuchi le regalaron un cajón de percusión extraordinario. Y de allí salimos para la fiesta de Consuelo. Eran solamente las siete de la tarde.
En la fiesta de Consuelo estaba lo mejor de la sociedad boricua, la flor y nafta, unos bohemios del carajo también. Las chicas se atrevieron a cantar sin micrófono por Julia de Burgos, rodeadas de coquís que les hacían los ritmos, y fotos de Julia, y gente entregada. Fue un gran esfuerzo para sus gargantas, pero creo que era justo hacerlo y mereció la pena. La casa de Consuelo es el segundo, o mejor el primer, santuario Julia de Burgos. Por supuesto, no puedo ponderar el calor de las conversaciones y el carinho con el que todo el mundo nos trató.
Salimos de la fiesta en estado de agotamiento perverso. Demasiado amor, ya lo escribí antes. Demasiada presión. Pero creo que hemos sobrevivido, aunque haya que reconstruir algunas cosas.
Y ayer domingo nos vinimos para el oeste de la isla, a tocar a Mayaguez. Luego os cuento. Mientras contemplo el mar, Pedro, Alfaya y Chuchi preparan algunas gamberradas para el encuentro de manhana en el Taller Cé (de la Asociación de Cantautores Puertorriquenhos). La rumba del rival de mi río suena por entre los cocoteros y mangles. Noemi se goza el sol. Pablo se parte de risa con un libro de Woody Allen. Las chicas y Judith desaparecieron bien temprano: qué estarán haciendo!!! Yo hago memoria aquí en directo, para que no se me olviden tantas maravillas....
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