Ultima jornada en Puerto Rico. A partir del intenso dia del natalicio de Julia, el Martes 17, con concierto, acto en el mausoleo, clase magistral (en realidad un mini concierto), grabacion -en PR!- del Rio Grande para el disco de Monica, cena en casa de Virginia -que cielo de mujer, y Humberto, y Virianai...- para acabar en el Taller Ce -invitados nada menos que por Zoraida y Tato Santiago, con el ubicuo y afable Quique-, agotados, yo tratando de recordar un repertorio que no fuera el que tenemos ahora permanentemente actualizado, o sea, las cosas de Chicho, Cervantes, el Manyana... Pues eso, que tras esa alta cima en este viaje los dias se han sucedido en desgraciada aceleracion y ya estamos en puertas de hacer maletas.
Dije en mi ultima aportacion a este cuaderno de bitacora que habiamos llegado tan alto, con el inolvidable concierto en Rio Piedras -mil quinientas personas en ovacion y nosoltros catapultados a las esferas siderales- que lo siguiente no podia ser sino caer, y me equivoque. Hemos flotado a igual altura, porque todo lo vivido desde entonces esta en la misma linea de lo extraordinario, inolvidable e inenarrable. De hecho, ya veis que, salvo Juan, de ferrea disciplina, los demas hemos enmudecido, superados por la acumulacion de intensas experiencias.
Intentare ser metodico: tuvimos un dia en San Juan con visita a la Galeria Nacional, con un guia tan extraordinario que directamente era salido de un daguerrotipo del XIX. Lo juro, tengo testigos y aportaremos fotos: bajito, moreno, pulcramente vestido -traje y corbata-, pero sobre todo pelo negrisimo peinado en mitad, con el flequillo ondulado hacia los lados en rima consonante con unos atusados bigotes: anyadesele ojos tb oscurisimos y dentadura de tan blanca casi fosforescente, verbo facil, amable, sabio, y sobre todo terriblemente ironico. Creo que el Conde de Abascal puede y debe sin reparo nombrarlo corresponsal academico para las tierras caribenyas.
Tenemos en PR una guia absolutamente excepcional, Judith Amador, de la que ahora os contare las veladas que nos ha dado, pero aquel dia nos beneficiamos de las explicaciones no solo de Luis, el asombroso guia de la Galeria, sino de Ivan, del Instituto de Cultura Puertorriquenya (ay, senyor, para cuando la enye en los ordenadores de Puerto Rico?!!), y luego tomo el relevo Javier, un senyor de ascendencia andaluza, enjuto, alto, de claros ojos azules, una especie de cruce entre Fernando Fajardo y algun Osborne (en realidad era un trasunto del padre de Fer -nota privada: traidores! Cuanto habriamos disfrutado con vosotros... en fin :-), que nos acompanyo a comer mostrandonos secretos del viejo San Juan, abriendonos su casa (fotos, fotos), propiciando nuestra iniciacion en el templo de la discografia puertorriquenya, una tienda entranyable donde disponian de todo lo editado en esta isla, y a donde en breve llegara nuestro disco (hay que ver, caramba), con una pinya colada que -el mismo dia!- seria tan solo superada por la que nos ofrecio Judith en su velero. Pero vayamos por orden: acudimos al encuentro que nos ofrecia el Instituto de Cultura en la Casa Blanca, una maravillos finquita que iba a ser primera residencia del primer gobernador o alguien por el estilo,pero no pudo ser (son tantas historias que no retengo todo, lo siento). Lo que si retengo es el paseo que me di por el jardin, con recovecos con fuentes como la Alhambra, vegetacion exuberante, coquis... Y por supuesto el carinyo y afecto de gentes como Iris Martinez, enorme actriz, simpatica y venerable anciana (Ainhoa dijo: "es plegable!" -se la queria llevar), Magali Quinyones, gran poeta, Elsa Tio, Dianiluz Cora, Zoraida Santiago tb estuvo ahi... y recitadores, musicos, y hasta un bailarin flamenco que ha tenido el acierto de quedarse a vivir en este paraiso.
Pero es que despues fuimos a cenar a casa de Judith Amador. Su casa es un precioso velero, que lucia en los mastiles lucecitas como de velador. Mi primer barco, aunque lleve el apellido Marine! Fue increible. Ademas de la pinya colada con la que nos recibio, la mejor del mundo, porque, como he dicho antes, habiamos probado a mediodia la segunda mejor, nos regalo una cena en un plato en el que en las cuatro esquinas habia una orgia de delicados y armoniosos sabores. Es la mejor comida que he tomado nunca. De postre, una vuelta por la bahia, de noche, con Monica en el timon... y con canciones de Alfaya, Ainhoa, Monica, yo mismo, y al iniciar la singladura, esta gran cicerone tenia preparado el disco, nuestro disco de Julia, con el que fuimos surcando las estrellas. No hay ancla que resista...
Y que mas? Ah, si, ayer el ultimo concierto (ay ay ay), en Bayamon, publico universitario. Eran tan majos que aunque el sonido era, por decirlo de alguna manera, dificil, aplaudian y jaleaban como si fueran adolescentes ante una popstar. Que momentos, como decia el Wyoming.
Y por la noche, la infatigable Judith, despues de todo el dia en su trabajo (guia de ecoturismo), nos embarco esta vez en su furgoneta, pero como espaldas mojadas, en la parte de carga, porque no habia otro remedio -impagable la imagen de Alfaya, que ya es un senyor, arrostrando imperterrito la incomodidad del pasaje), pero todo con un objetivo que valia ya no la pena, sino la alegria: las bioluminiscencias de Fajardo. Embarcados, esta vez si, en kayaks por parejas -yo fui con Chuchi, que andaba animado como es su costumbre- recorrimos manglares y un bahia en la que las aguas brillan por efecto de microorganismos que se activan luminosamente ante cualquier molestia. El chapoteo de los remos, las ondulaciones producidas por viento, lluvia, o por las manos mismas, produce un chisporroteo de destellos estelares y magicos. Reconfortados con una cena estupenda por ahi mismo, volvimos a casa a dormir, por una vez sin hora de levantarse.
Entendeis ahora que solo podremos aterrizar por la fuerza?
viernes, 20 de febrero de 2009
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