viernes, 13 de febrero de 2009
Apoteosis sin halitosis
Los discretos, siempre infantiles en sus ilusiones (y en otras cosas tambien), no saben como explicar dignamente, sin que se les note el orgasmo, que han disfrutado con la noche pasada. Como senoritas sorprendidas por la fuerza de sus sensaciones corporeas, anuncian que no encuentran palabras para decir lo que sienten y aun temen que no vuelvan a sentir lo vivido. Tranqui colegas, que la exaltacion se os repetira mientras esteis en tierras boricuas hasta llegar al hastio de un matrimonio solidamente anclado con el exito.
Pero hay palabras para explicar lo del exito clamoroso en el Recinto de Rio Piedras, de la Universidad de Puerto Rico. De entrada que los de aca tienen a Julia de Burgos en los altares y cualquier monaguillo que le cante una antifona es aplaudido como si fuera la mas alta autoridad eclesiastica por el simple hecho de acercarse al misterio del cuerpo mistico. Lo segundo, porque cada monaguillo tiene su librillo y el de La Discreta es novedoso. Aqui iban de Te Deum's y misas solemnes y la Troupe de Trapo propone una ceremonia de cristianos de base, que sacraliza pero no con hostias sofisticadas sino con pan Bimbo bendencido (y nuestros amigos de la parroquia de San Carlos Borromeo, sabran leer regocijadamente entre lineas).
Ademas interviene el juego de contrastes: justo en el Caribe, donde el ritmo y la vitalidad van fuertemente impresos en la cadena del ADN, la propuesta que han hecho tradicionalmente para leer y cantar a Julia de Burgos tiende a la cantautoria con mensaje dramatico, y lo de La Discreta suena mas desenfadado, con toques de humor que han sabido descubrir y apreciar.
Tampoco hay que olvidar lo de adorar al santo por la peana ni lo de entusiasmarse por un ideal no alcanzado del que se celebra mas la universalidad del mensaje, el recorrido de ida y vuelta, que el grado de cumplimiento de algunas propuestas vitales y sociales. Y asi, Julia de Burgos vuelve a Puerto Rico reconocida en Espana (no lo digo yo, lo dicen los de aca), como sus despojos volvieron con toda su alma y gloria a su tierra, que no pudo salvarle el cuerpo. (Tampoco me lo invento yo. Lo insinua, con muy bellas palabras, el poeta dominicano Pedro Mir en el poema que, acertadamente, inicia el recital). No es dificil comprender estas complementarias sensaciones porque nosotros tambien nos emocionamos en su dia y hora con Serrat por cantarnos a Miguel Hernandez o a Machado, pero tampoco hemos recogido para su uso diario toda la herencia vital, social o politica de las vidas y obras de estos grandes autores.
Pero volviendo a Rio Piedras y al magnifico teatro de su recinto, tambien hay que reconocer que no es lo mismo cantar en una parroquia que en un Vaticano. El propio marco incomparable realza el papel de los intervinientes y propone una dimension que sirve de acicate al mas modesto coro parroquial. Y, por fin, que lo que hace La Discreta con su Troupe de Trapo, es un recital mas que digno, muy asequible musicalmente, apoyando en todo momento el texto y proponiendo complicidades desenfadadas que, aqui, han sido muy bien acogidas.
La cronica salsera tomatera del evento termina con los aplausos encendidos de los asistentes al acto y comienza con los agasajos post parto. Aqui es donde el almibar chorrea (bueno, y el ron tambien) sobre los expedicionarios y ahi es la ocasion de asistir a la metabolizacion personal de cada componente, puesto que la Troupe se disolvio cual modesto azucarillo en una lluvia caliente (la de verdad que caia con recia mansedumbre tropical y la de lixuras sin medida que colocan a algunos discretos en el abotargamiento racional). Hay muchas formas de disfrutar de un trabajo bien hecho pero algunas duran mas que el propio trabajo.
Seguiremos informando.
Para La Republica Cultural, Concha Gonzalez.
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